Abel Tasman: Inland Track

9 - 12 de Mayo

Debíamos esperar hasta las 15:00 para poder cruzar el estuario del río. La marea crece tanto que donde a las 15:00 no habrá nada, ahora tiene 2 metros de agua y sería incruzable... sobretodo cuando llevas a la espalda una mochila como las nuestras. La marea baja rápido es impresionante. A su paso deja al descubierto una multitud de invertebrados que huyen despavoridos de los picos de las voraces gaviotas y pájaros "PI" (Los oistercatchers hacen un ruido muy gracioso).

Nosotros sabíamos que debíamos esperar el tiempo que fuera necesario. Ser imprudente en estas circunstancias te puede jugar una mala pasada e incluso costarte la vida... un precio demasiado alto por ser impaciente. No obstante hay gente para todo y en torno a las 13:00 unas chicas intentaron cruzar al otro lado... El estuario es muy ancho y te puede llevar 20 minutos llegar al otro lado. Con las mochilas en alto, el agua les llegaba por la barbilla. A los 15 minutos estaban volviendo.... y como no, las recibimos con una taza de té calentito. Aunque el día era bueno, muy soleado, el agua es gélida sobretodo si no has hecho un buen calentamiento antes de meterte en ella.

Cuando cruzamos llegamos a un camino ancho y bien señalizado... lo seguimos hasta que se hizo de noche y entonces continuamos bajo la luz de la Luna. Pero el tiempo tenía otros planes para nosotros... el cielo se encapotó y se puso a llover. La verdad es que no cambió mucho la cosa a parte de que teníamos que llevar una linterna en la cabeza para poder ver el camino. Mientras andábamos disfrutamos de los "Glow Worms" (que como su nombre indica son gusanos que brillan en la oscuridad) que iluminaban con una tenue luz ambos lados del camino... en la oscuridad parecen estrellas... es realmente alucinante.

Llegamos a Whariwharingi Hut completamente a oscuras. Un hut que debía ser una antigua casa victoriana. Era un edificio muy ingles, bien podría haber sido una casa típica londinense. Tenía 2 pisos, 4 habitaciones separadas y un salón bastante amplio con una chimenea... y lo mejor de todo era el porche desde el cual disfrutamos de la luz de la luna llena que apareció al poco de llegar al refugio.

Al día siguiente se terminaría el Abel Tasman Coast Track y empezaría lo bueno, el Inland Track. El camino que sigue la costa es precioso, sin duda alguna, pero está muy transitado y parece más bien una autovía de peatones... El camino que se mete hacia el interior es mucho más complicado... no existe un camino como tal sino que debes seguir lasclásicas indicaciones en forma de triángulo naranja que hay cada X metros... si no las encuentras estás perdido... y debes volver a la marca anterior y buscar de nuevo.

Cuando llegas a Gibbs Saddle (que debe estar a unos 600 - 700 metros por encima del nivel del mar) puedes disfrutar de unas vistas espectaculares... Al Oeste se puede ver todo Golden Bay y el Farewell Spit y al Este se despliega ante ti toda la bahía de Nelson, Marahau y Motueka... Al Norte el mar y al Sur las montañas... precioso.

Por el monte que recorre el inland track se puede encontrar uno con jabalíes... o con cazadores... no sé qué es peor... Nos encontramos con los ulteriores: Un señor , su hijo pequeño (¡Que cargaba con un rifle más grande que él! Así luego pasa lo que pasa...) y un montón de perros que atacaron con fieros ladridos a Miguel sin que la cosa llegara a ser preocupante puesto que los cazadores no llegaron a abrir fuego. Resulta que habían perdido uno de sus perros y lo estaban buscando....

Sabíamos que detrás de nosotros venía la chica francesa a la que apodamos "cebollín", por algo más que por el parecido con su nombre... Sin duda venía mal preparada para darse un paseo de estas características... El día anterior la tuvimos que dejar una linterna puesto que sabíamos que se haría de noche cuando quisiera llegar al hut... llegó mucho más tarde que nosotros, pero llegó... Esta vez el camino era un poco más complicado... ¿Sabría seguir las marcas naranjas? ¿se perdería? Esas eran preguntas que no llegaríamos a contestar hasta después de un rato.... Además que la chicha tuvo la brillante idea de hacer el camino en nada más y nada menos que sandalias.... en fin...

Cuando llegamos al Awapoto Hut, Miguel fue en su busca por si no llegaba antes del anochecer... Mientras Carlos descansaba su convaleciente tobillo (aún no se encontraba en plena forma despues del salto sobre el Rainbowriver) en compañía de un checo y un eslovaco, Milan y Mihail. Buena gente, y desde luego más preparados que la inconsciente francesa...

Al día siguiente no encontramos a nadie por el camino. El Inland Track apenas está transitado y los huts están menos cuidados. El camino se diluye en la maleza. El paisaje cambiaba poco a poco pasando de bosque de beech a bosques e cabadge trees... muy diferentes. De hecho ha sido el primer bosque de cabadge tree que hemos visitado. Pensamos pasar la noche en Moa Hut (a 1075 metros de altitud, había un poquito de nieve en las zonas de sombra), pero cuando llegamos nos encontramos con que el hut no existía... era más bien una casucha sin aislar... una... caseta para un perro o dos... En fin, decidimos seguir caminando hasta Castle Rock Hut donde nos quedamos un par de noches de luna llena... estábamos solos, completamente solos... sin turistas, ni cazadores, ni trampers ni nada... solo un curioso possum que nos visitaba todas las noches y una cabra que balaba de vez en cuando por los alrededores. Allí cumplimos 3 meses en New Zealand, ¡cómo pasa el tiempo!

Nos estaba haciendo un tiempo fantástico durante el día, solo lloviendo por las noches. Como siempre vestíamos pantalón corto durante el día... y saco de dormir por la noche. Esta vez íbamos armados con unos libros para matar las horas al caliente sol neozelandés... qué gustazo...

La mañana del octavo día comenzamos el descenso. Debíamos bajar más de 1000 metros y seguir la costa hasta Marahau. Fué un paseo hermoso, fácil y con muchísimas vistas de quitar el hipo. La vegetación cambiaba en cada recodo del camino a medida que atravesábamos interminables capas de vegetación.

Llegamos a Marahau pasada la hora de comer. Mochila en maño, de camino al coche, hicimos una parada en una galería de arte al aire libre donde un artista local esculpe enormes troncos de madera con leyendas y personajes de la mitología maori. Pronto llegamos al coche y pudimos poner un poco de musiquilla... ¡¡por fin!! Así a ritmo de James Brown llegamos a Motueka donde disfrutamos del ritual de bienvenida a la civilización: una compra, una ducha, ropa limpia y una copiosa cena antes de meternos en una cama "de verdad".

Fotos: Estuario, Rocío Congelado, Marcador Naranja en Arbol, Playa, 2 Chicas Intentando Cruzar el Estuario, Cebollín, Carlos y Miguel en Castle Rock Hut, Carlos y la raiz de un Arbol Caido, Miguel en el Bosque de Cabadge Trees, Estuario Marahau, Esculturas en Madera de la Galería 1, 2 y 3

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