"Chicos, Esto me Recuerda a Algo"

Del 25 al 28 de Julio

El Sábado por la mañana tuvimos que madrugar bastante. Nos levantamos a las 6:30 puesto que debíamos coger el ferry que nos llevaría a Picton, de vuelta a la Isla Sur.

Los ferrys son bastante grandes, tienen casi 10 pisos, 2 salas de cine, restaurante, pub... Nada más subir abordo nos tumbamos en una de las terrazas de la popa del barco para echar una pequeña cabezadita mientras tomábamos el sol. Inesperádamente anunciaron por megafonía que un grupo de música iba a tocar en uno de los bares del barco. Nos desperezamos y bajamos a ver de qué se trataba. Nos sentamos en unos sofás en primera linea y nos pusimos a hablar con los miembros de la banda y la gente que les acompañaba. Se llamanHikoikoi, un grupo de reggae, teloneros de los Black Seeds. Resultaron ser bastante buenos.

Aquel día, mientras cruzábamos el estrecho que separa las dos islas, la banda tocaba y las ballenas salían a la superficie del agua para respirar y contemplartranquilamente el mundo que las rodea...

Llegamos a Picton a las 11:30 y emprendimos el camino a Christchurch. El buen tiempo nos acompañaba, habiendo dejado la lluvia y las nubes en la Isla Norte, el sol resplandecía vigorósamente en el cielo. No pudimos evitarlo, cuando llegamos a Kaikoura tuvimos que hacer una nueva incursión al "Kay´s Crays"... aquella caravana aparcada frente al mar donde una mujer vende Crayfish (langosta)... ¡Pero qué rico! ... ¡riquísimo!

Estaba anocheciendo cuando llegamos a Christchurch. Allí nos acogieron Tracy y Laura en... ¡Su casa nueva! Pensamos que les ha salido más que bien el cambio de casa, es más grande, más caliente, más bonita y Luna tiene más jardín para campar a sus anchas. Además está solo a dosnumeros de la antigua...

Allí pasamos 4 noches mientras preparábamos todo para irnos a Queenstown para catar la nieve de los Alpes neozelandeses. Pasamos el WOF al coche (el equivalente a la ITV pero más barato y se pasa cada 6 meses), compramos cadenas, miramos equipo de esquí/snow, fuimos a la biblioteca, deshicimos el equipaje, lo volvimos a hacer y... compramos un pequeño ampli de bajo por muy poquito dinero.

Sip, también comimos sushi y visitamos unas cuantas tiendas de música...

Cabe destacar la excursión que hicimos con tracy a Mt.Oxford. Sorprendentemente cerca de Christchurch, en un entorno natural exhuberante escalamos para alcanzar las mejores vistas posibles de unas cataratas perdidas entre la maleza. Mientrasescalabamos, se oía una voz temblorosa al fondo del precipicio... "Chicos, ésto me recuerda a algo"... "Tranquilo Tracy no pasa nada" fue la contestación.

Cuando estuvimos listos y no antes salimos hacia Queenstown, donde nos encontramos ahora...

El viaje fue largo pero precioso, pasamos por todos aquellos lugares en los que ya estuvimos casi medio año atrás: Lake Tekapo, Lake Pukaki, Twizel... Con los picos de los alpes ahora completamente cubiertos de nieve el país aparece diferente ante nuestros ojos. Paisajes que sellan labios y conmueven al más duro corazón. Colores intensos y carreteras infinitas...infinítamente vacías.

Todo iba sobre ruedas hasta que pasado Cromwell, a media hora de nuestro destino... ¡pinchamos! Afortunadamente aún teníamos luz. Una rueda de repuesto, un gato, un amable agente de policía y un rato después ya estábamos de nuevo en camino.

Fotos: Hikoikoi, Ferry 1-4, Camino a Queenstown 1-2, Vista desde Mt. Oxford, Miguel y Tracy 1-2

Buscando a Stew

Del 21 al 24 de Julio

Salimos de Rotorua una mañana con la intención de ir a visitar a Stew. No le conocimos en aquella isla sino en el Sur, en Fiordland. Era un día lluvioso, cuatro o cinco meses atrás, después de dar un paseo nos dirigíamos a la entrada de un track en Mavora Lake...

Allí nos abordó un hombre preguntando por un ciclista. Era Stew, estaba saliendo de la montaña después de estar allí 10 días caminando. Nos ofrecimos a llevarle al pueblo más cercano (a 40km de donde le encontramos). Sabíamos que andando tardaría por lo menos 2 días en llegar por aquella carretera degravilla que daba acceso al parque, no iba a ser ni bonito, ni agradable con la que estaba cayendo. Nos lo agradeció enormemente y cuando llegamos aMossburn nos invitó a un café y a un muffin. Nos invitó a visitarle a la Isla Norte donde vive y trabaja. Tiene una empresa de aventuras llamada ADRIFT, el trabaja de guía en la montaña sobretodo en la zona de Tongariro, aunque ésta vez había llevado a unos turistas a la Isla Sur.

En fin, estábamos convencidos de que vivía en Turangi, hacia donde nos dirigíamos aquella mañana. Habíamos estado intercambiando e-mails con él desde que llegamos a la Isla Norte e insistía en que fuéramos a verle, que nos iba a llevar a andar por Tongariro, que era impresionante, etc, etc. Por el camino pasamos por Taupo y volvimos a deleitarnos con el lago más grande de Nueva Zelanda. Cuando por fin llegamos a Turangui hicimos la obligada visita al info-site y al DOC y después buscamos un backpacker. Decidimos ir al más barato (cómo no). Allí coincidimos con un grupo de pescadores que estaban pasándolo en grande. Se estaba celebrando un concurso de pesca y en en el pueblo había en torno a 500 pescadores ávidos por coger alguna trucha.

Esa noche hablamos por teléfono con Stew. No vivía en Turangi sino en National Park Village, un pueblo a unos 50km... Vaya...

Al día siguiente por fin fuimos a su casa. Nos recibió muy afectuosamente en una pequeña casa donde vivía con su mujer. Stew es un hombre de pelo canoso, mayor pero con una forma física envidiable. Le vimos con la cara más redonda, más saludable que cuando le recogimos enMavora Lake. Nos comentó que iba a ser imposible subir a Tongariro en los próximos días; a pesar de hacer sol, el viento que azotaba las heladas cubres del volcán era demasiado fuerte como para arriesgarse.

Disfrutamos de uno de los mejores cafés que hayamos tomado jamás en New Zealand mientras nos mostraba cientos rutas marcadas en mapas topográficos. Sin duda lo suyo es amor por lo que hace. Contagiados por su entusiasmo quedamos con él en vernos en Octubre para hacer alguna ruta juntos.

Partimos esa misma tarde hacia Wanganui, uno de los pueblos más antiguos de Nueva Zelanda. Wanganui se encuentra en la desembocadura del río que le da nombre. En aquel lugar se llevó a cabo una de las guerras más intensas entre los maorís y los invasores británicos entorno a 1860, la guerra de los 10 años. Hay una película que cuenta parte de aquella historia, "River Queen". Se desarrolla y se grabó en el río Wanganui.

Nuestra nueva obsesión es el sushi... allá donde vamos "tenemos" que comer sushi. No podemos evitarlo, deben echarle glutamato para hacerlo adictivo... nos encanta, nos lanzamos a los escaparates, a las cajitas de sushi como buitres. Se nos saltan los ojos, salivamos hasta el extremo que resulta desagradable... en fin, horrible. Así, fuimos a un sitio desushi que acababa de abrir (hacía solo 2 semanas) en Wanganui y el dueño, que nos vió disfrutando tanto, cerró el chiringuito y nos regaló todo el sushi que tenía. Tanta gracia le hicimos y tan sorprendido se quedó que nos dio su tarjeta y nos dijo que si alguna vez necesitábamos cualquier cosa mientras estuviéramos en NZ que por favor le llamáramos... y por supuesto que le llamásemos cuando volviésemos a España para hacerle saber que habíamos llegado bien. Después de un par de inclinaciones de cabeza y reverencias varias nos despedimos de él y continuamos nuestro camino.

Cuando al día siguiente llegamos a Wellington no pudimos dejar de ir a un japonés a comer más sushi... Fuimos a uno de esos sitios en los que te sientas entorno a una enorme mesa con un rail por el que no deja de pasar la comida delante de tus ojos. Al principio marea un poco, puesto que va más rápido de lo que parece y cuando dejas de mirar te tambaleas unpoquillo antes de darte cuenta de que el restaurante sigue estando quieto.... El precio de la comida varía según el color del plato que coges. Total, que cuando terminas de comer cuentan lospaltos que tienes, pagas, te hacen una reverencia y te vas...

Mientras esuvimos en Wellington asistimos al "International Film Festival", un par de días, dos pelis cada vez. El balance no fue malo: una peli buenísima (The Horseman), una buena (The Chaser), una mala (Dead Snow) y una muy curiosa (Embodyment of Evil). El festival se celebraba en aquel pequeño cine donde hubo el festival de cine gay y lesbico. Un cine con mucho encanto, con el nombre de las películas escrito en pizarra a la entrada de la sala. La gente se mete con su café, sucopita de vino o su helado de chocolate. Además tienen un enorme salón y una terraza que dan a la calle principal de la ciudad donde la gente pasa la tarde leyendo o hablando hasta que empieza la película.

Lo cierto es que más que un festival internacional de cine aquello parecía un festival de cine violento... avisamos que todas laspelis que fuimos a ver son extremadamente explícitas, historias duras y muy, muy violentas. Tarantino se queda bastante corto a su lado... Eso si, si tuviésemos que recomendar una sería probáblemente la más violenta: "The Horseman". Una película australiana, sorprendentemente buena.

Fotos: Contando Ovejas 1,2,3, Tongariro, Adrift, Stew, International Film Festival.

Whirinaki (42km)

Del 17 al 20 de Julio

Nuevo día, misma idea.

¿Misión? El bosque de Whirinaki, también llamado el Bosque del Dinosaurio por ser uno de los lugares más remotos del interior de la isla norte donde se pueden encontrar especies características del jurásico y árboles de más de mil años de edad. Los locales dicen que se trata del paraíso de los “abraza-árboles”, una subespecie escurridiza del dominguero de chándal español pero a lo kiwi, algo muy común en éstas lejanas tierras.

Llevamos dos días y tres noches encerrados en Rotorua esperando a que deje de llover y hoy por fin se asoma un tímido sol entre un mar de nubes de tinta china.

Nos adentramos en el bosque, pasamos de largo Minginui (no tentemos a la suerte...) y pocos kilómetros más tarde nos encontramos ajustándonos las botas y preparando el equipo.

Algo se mueve en el inmenso espesor verde y como de la nada aparecen tres perros tintados en sangre, les siguen dos cazadores envueltos en barro. Conversamos durante un rato. Por lo visto es temporada de moras salvajes lo que significa que lo jabalís se vuelven más descuidados y se ponen a tiro.

Por lo visto uno de los cazadores perdió a su perro hace una semana y parece que ha desistido en el intento. Yo le digo que me de detalles, nombre y lugar donde se perdió por si acaso lo encontramos. El cazador muy agradecido nos da todos los detalles mientras desgarra una manga de su camisa y la ata a un árbol a la entrada del camino.

Nos adentramos en el bosque, cruzamos un cañón cargado de agua cristalina y comenzamos a descender. El tamaño de los árboles nos comparable con nada visto hasta el momento, solo comparable al bosque de rimu de Stewart Island (siempre presente en nuestros recuerdos). Los grandes dinosaurios de más de diez siglos de vida: Rimu, Miro, Matai, Totara, Kahikatea, la gran mayoría superan los 20m de altura y los más altos se pierden en una bóveda de ramas multicolor. También encontramos árboles, helechos y arbustos más comunes como Lance Wood (su fibra puede sacarte de un apuro si rompes los cordones de tus botas), Cabbage (parecido a una palmera, ¡pero es un árbol!), Flax (utilizado por los Maorís para sus ornamentos y multitud de utensilios), Manuka (o planta del té según el capitán Cook, utilizada también para aceites), Kohuhu, Toro, Mamaku (el más alto de los helechos pudiendo llegar a los 20m, y os aseguro que son de quitar el hipo...), Wheki y Wheki-ponga (se distingue por que le cuelga una falda de ramas secas) y multutud de especies más que se nos escapan al conocimiento.

Una vez más el tiempo nos sonríe y los rayos de luz más atrevidos traspasan el follaje dotando al bosque de una gama de verdes y marrones indescriptible. Seguimos el río durante unas horas, el camino es muy fácil pero las lluvias han provocado algún que otro desprendimiento.

El río ruge fuerte y poderoso, en ocasiones ensordecedor pero de repente en un remanso de agua conseguimos distinguir un sonido totalmente desconocido hasta el momento, Wiiiho, Wiiiho,Wiiiho...

Como bien denota su nombre se trata de una pareja de Wiho (los nativos no se complicaban mucho con la asignación de nombres) o Blue Duck, un pájaro original de Nueva Zelanda, bastante esquivo y difícil de ver pero que gracias al sonido del agua no ha notado nuestra presencia.

Pasamos un rato observándolos e imitando su sonido hasta el punto de dejarlos totalmente desorientados, ¡Eso si que es un auténtico “pato mareado”!

Apenas cuatro horas y media después llegamos al hut. Dejamos el equipo y nos ponemos a cortar madera, no hay mucha y está húmeda, menos mal que el Beech arde aún húmedo.

Preparamos el fuego y mientras cenamos aparecen dos franceses sorprendidos de encontrarse a con alguien ha estas alturas del año. Por lo visto llevan 25 años viviendo en la zona. Tras la conversación de rigor nos vamos a la cama.

Son las cuatro de la mañana, en el silencio de la noche solo se escucha el corretear de las ratas en busca de restos de comida y de pronto un grito ahogado me despierta súbitamente, eeeééiiiiIIIIIIHHHHHHH!!!!!, eeeééiiiiIIIIIIHHHHHHH!!!!!

Es Carlos, está teniendo una pesadilla y está chillando a grito pelao. Por lo visto (esto me lo contó al día siguiente...) estaba soñando que estaba tumbado en una cueva y veía como un niño se acercaba se reía y se iba, luego venían dos, luego tres, cuatro y así continuamente sin poder hacer nada por evitarlo.

¡Menudo susto que se tuvieron que llevar los dos franceses! ¡Al día siguiente ni se atrevieron a hablar del tema!

Por supuesto, lo que había pasado es que el sonido del traquetear y musitar de las ratas se le había colado en el sueño convirtiéndolo en una angustiosa pesadilla.

Al día siguiente visitamos unas cuevas de arenisca que daban la sensación de que se iban a venir abajo en cualquier momento y tras comprobar que el río se había comido la mitad del camino que supuestamente nos tenía que llevar de vuelta por el interior, decidimos desandar el camino andado y no tentar nuevamente a la suerte. Al menos por hoy...

Esa tarde caminamos casí siete horas sin parar, vimos una Kaka (loro alpino de color rojizo muy similar a la Kia, muy difícil de encontrar en el centro de la isla), un Ruru (Búho), nuevamente a la pareja de Wiho y a dos franceses que habían salido casi dos horas y media antes que nosotros. Eso sí, ¡Ni un solo abraza-árboles en todo el trayecto!

Nos despedimos de este maravilloso bosque milenario y sin más dilación fijamos nuevo rumbo.

Una pena no haber encontrado al pobre perrillo...

Fotos: ¿Donde está el Camino?, Rimu fase de crecimiento 1, Rimu fase de crecimiento 2, Rimu fase de crecimiento 3, Totara, Kahikatea, Wheki, Bosque de Helechos, Rio, Kahikatea, Derrumbamiento, Miro Joven, Wiho 1-2, Cueva, Mapa de Whirinaki.

Azufre

16 de Julio

La experiencia en White Island fue marciana, especialmente cuando uno se entera de que un terremoto de 7.8 en la escala Richter sacudió Nueva Zelanda ese mismo día.

Por lo visto The Pacific Tsunami Warning Center en Ewa Beach, Hawaii, aviso del peligro de un terremoto de grandes magnitudes con posibilidades de tsunami.

¡Imaginaros! ¡Y nosotros dos inspeccionando el interior de un cráter de un volcán activo en mitad del Océano Pacífico a más de dos horas en barco de la costa!

Parece ser que el epicentro tuvo lugar en los fiordos de la isla sur, pero la onda expansiva se sintió más allá de Auckland. Menos mal que no pasó de un susto y salvo algunos daños estructurales en los edificios más altos de las ciudades colindantes y algún que otro derrame de café en la oficina, todo quedó en un estruendoso tembleque.

El Temido tsunami acabó en un inofensiva ola de 20cm de altura. Ya me veía yo volviendo a la costa surfeando a lomos de una foca...

Total, que regocijándonos en nuestra innata capacidad para estar “en el lugar adecuado en el momento adecuado” ponemos rumbo a un bosque cercano a la ciudad del sulfuro, Rotorua. Parece ser que no tuvimos suficiente con la ración de azufre de ayer...

Llegamos a Minginui, una pequeña aldea en mitad de ningún sitio. Una leve bruma nos impide ver con claridad el camino. Conducimos despacio y con las ventanas bajadas. Notamos una extraña presencia, seis pares de ojos negros como la noche nos observan. Se trata de una manada de caballos asilvestrados escondidos en la niebla del camino, el recibimiento es tétrico.

La aldea consta de una inmensa rotonda de color verde ácido en torno a la cual se agrupan las cabañas de madera desconchada de los lugareños, es como estar en una reserva india en plena depresión americana.

Damos la vuelta a la rotonda, la niebla flota a media altura, parece un pueblo fantasma. Una niña envuelta en harapos persigue con un palo a un perro de tres patas..

Empieza a hacerse tarde, el sol cae y la única casa de huéspedes del lugar parece deshabitada salvo por la presencia de un possum albino disecado en la pared y un rifle de caza apoyado en el marco de la puerta. El aullido de un perro de tres patas dolorido resuena en la oscuridad blanca. Creo que ha llegado la hora de irse.

La noche envuelta en un velo traslucido cubre la carretera de retorno, las pocas luces del camino se inflan como dientes de león difuminando su imagen al pasar. El espesor de la niebla nos persigue por el bosque durante una hora y media pero finalmente llegamos a la carretera principal. Comienza a chispear, llover, diluviar...

Envueltos en un manto de agua llegamos nuevamente a Rotorua la ciudad perforada por los canales de azufre nos recibe con sus chimeneas de humo emergentes del mismísimo centro de la tierra.

Parece que estamos a salvo.

Esa misma tarde, mientras perdidos en Minginui buscábamos el bosque de Whirinaki,Clayton Weatherston era juzgado por el presunto asesintato de su novia de 22 años. Doscientas dieciseis cuchilladas a quemarropa bastaron para acabar con la vida de Sophie Elliott.

Fotos: Con la imaginación basta...

White Island

15 de Julio

Nuestra segunda vez en Whakatane (que se pronuncia fakatane). Ya habíamos parado allí cuando fuimos de la Costa Este hasta la Península de Coromandel. Aquella vez no nos entretuvimos mucho, pero esta vez sería diferente. Teníamos otro volcán en la mente. Un volcán también activo, más que cualquier otro en el que hayamos estado anteriormente.

Dependíamos del tiempo y del mar para hacer nuestra incursión. Llegar a White Island no es cosa fácil. Éste nuevo volcán es el único volcán marino activo de Nueva Zelanda. No se ve desde la costa y debes coger un barco y pasar una hora y media dando botes hasta acercarte lo suficiente a ella como para poder desembarcar en su cráter.

Había estado lloviendo todo el día anterior y no confiábamos en que pudiéramos ir a la mañana siguiente. Los del barco se comprometieron a avisarnos a las ocho de la mañana para cerciorarse de que iba a ser posible la salida. A las ocho y media seguíamos durmiendo en la cama esperando la señal cuando de repente... ¡chavales, el barco sale a las nueve y cuarto!

No nos acordamos muy bien de cómo acabamos en el puerto esa mañana... nos habíamos duchado y vestido semi-inconscientes y teníamos algo de hambre. Comimos unas manzanas, unos plátanos y unas peras que teníamos en el coche y nos subimos al barco un poco más espabilados. Antes de nada nos hicieron firmar unos papeles en los que nos advertían de los peligros que entrañaba la aventura y asumíamos la responsabilidad de ir a aquel lugar.

El mar estaba revuelto y el cielo encapotado, pero no hacía ni viento ni llovía. Dejamos Whale Island al Oeste cuando poco después vimos unos delfines saltado sobre las olas a pocos metros del barco. Nadie más se percató de su inesperada aparición. Se esfumaron tan rápido como llegaron mientras nosotros manteníamos el rumbo. Nos dieron unas tostadas con mantequilla y una sopa caliente para aguantar el tirón. Pronto apareció la silueta de la isla en el horizonte. Se alzaba siniestra y majestuosa al mismo tiempo. Fue el capitánCook quien la descubrió y la puso el nombre. A medida que nos acercábamos se hacían visibles las columnas de vapor que brotaban de su interior y su color blanquecino que recordaba al hueso viejo deteriorado a la intemperie.

Llegamos a una pequeña bahía resguardada del embravecido mar. Una vez anclado el barco se repartieron los cascos y las máscaras de gas, subimos a bordo de una pequeñazodiac y nos dirigimos a la costa. El paisaje era desolador. Te daba la impresión de estar en otro planeta. Nos advirtieron una vez más de los peligros que entrañaba estar en aquel lugar y comenzamos a caminar por la isla. Ríos de ácido a elevadastemperaturas manaban del suelo emitiendo vapores con olor a azufre. Allí hay piedras que están a más de 300ºC y ácidos cercanos a PH cero. Chimeneas enormes emitían aire a presión en todas direcciones y la lluvia ácida hacía acto de presencia abrasandote los ojos, obligándo a protegerte con las gafas de sol.

Estábamos caminando por el interior del cráter de un gigantesco volcán submarino... en realidad eran tres cráteres en uno, restos de antiguas erupciones. La última gran erupción tuvo lugar el 19 de Febrero del 2001 y en la actualidad la actividad de la isla estaba incrementando de nuevo. No hacía frío allí sino más bien todo lo contrario. En el suelo se abrían pequeños cráteres de pocos metros de diámetro en los que hervía el agua, el ácido y el barro como si de una olla se tratase... El suelo era muy frágil, las pisadas fuertes lo hacían vibrar con fuerza, debido a las bolsas de gas bajo la superficie. Por fin llegamos al borde de un gran cráter del que brotaban inmensas cantidades de vapor. En su interior se cocían ácidos en los que sólo duraríamos unos segundos vivos. Su color era de un verde tan intenso que dolía a la vista... verde como unsubrayador fluorescente. En constante ebullición parecía sacado de una película de ciencia ficción.

Volvimos al barco al cabo de un par de horas admirando la variedad de colores que se podían ver en el interior del colosal cráter que da forma a la isla. El intenso color amarillo del azufre resaltaba sobre los demás, pero también se veían infinidad de tonos de rojos, rosas, morados y verdes además del dominante blanco cenizo.

Han intentado explotar los recursos naturales de la isla en diversas ocasiones, todas fútiles. En ocasiones la fábrica explotó, en otras quedó enterrada en cenizas, una vez el encargado desapareció y solo se encontraron sus botas de goma al borde de un cráter. Lasexplotaciones nunca resultaron ser rentables y al final se vendió la isla a la familia que aún la posee. En cualquier caso allí quedan los restos de las paredes y las máquinas de una fábrica de extracción de azufre.

Los maorís, intrépidos marineros, acudían periódicamente a la isla para cazar un ave muy preciada y escasa. Fueron ellos los que introdujeron la rata polinesia a la isla para cazarla y comérsela.

En torno a las dos y media ya estábamos de vuelta en Whakatane no pudiéndonos creer dónde habíamos estado. Nos dieron de comer en el camino de vuelta. Afortunadamente habíamos conseguido salir enteros de la isla.

Fotos: Puerto de Whakatane 1-2, White Island