16 de Julio
La experiencia en White Island fue marciana, especialmente cuando uno se entera de que un terremoto de 7.8 en la escala Richter sacudió Nueva Zelanda ese mismo día.
Por lo visto The Pacific Tsunami Warning Center en Ewa Beach, Hawaii, aviso del peligro de un terremoto de grandes magnitudes con posibilidades de tsunami.
¡Imaginaros! ¡Y nosotros dos inspeccionando el interior de un cráter de un volcán activo en mitad del Océano Pacífico a más de dos horas en barco de la costa!
Parece ser que el epicentro tuvo lugar en los fiordos de la isla sur, pero la onda expansiva se sintió más allá de Auckland. Menos mal que no pasó de un susto y salvo algunos daños estructurales en los edificios más altos de las ciudades colindantes y algún que otro derrame de café en la oficina, todo quedó en un estruendoso tembleque.
El Temido tsunami acabó en un inofensiva ola de 20cm de altura. Ya me veía yo volviendo a la costa surfeando a lomos de una foca...
Total, que regocijándonos en nuestra innata capacidad para estar “en el lugar adecuado en el momento adecuado” ponemos rumbo a un bosque cercano a la ciudad del sulfuro, Rotorua. Parece ser que no tuvimos suficiente con la ración de azufre de ayer...
Llegamos a Minginui, una pequeña aldea en mitad de ningún sitio. Una leve bruma nos impide ver con claridad el camino. Conducimos despacio y con las ventanas bajadas. Notamos una extraña presencia, seis pares de ojos negros como la noche nos observan. Se trata de una manada de caballos asilvestrados escondidos en la niebla del camino, el recibimiento es tétrico.
La aldea consta de una inmensa rotonda de color verde ácido en torno a la cual se agrupan las cabañas de madera desconchada de los lugareños, es como estar en una reserva india en plena depresión americana.
Damos la vuelta a la rotonda, la niebla flota a media altura, parece un pueblo fantasma. Una niña envuelta en harapos persigue con un palo a un perro de tres patas..
Empieza a hacerse tarde, el sol cae y la única casa de huéspedes del lugar parece deshabitada salvo por la presencia de un possum albino disecado en la pared y un rifle de caza apoyado en el marco de la puerta. El aullido de un perro de tres patas dolorido resuena en la oscuridad blanca. Creo que ha llegado la hora de irse.
La noche envuelta en un velo traslucido cubre la carretera de retorno, las pocas luces del camino se inflan como dientes de león difuminando su imagen al pasar. El espesor de la niebla nos persigue por el bosque durante una hora y media pero finalmente llegamos a la carretera principal. Comienza a chispear, llover, diluviar...
Envueltos en un manto de agua llegamos nuevamente a Rotorua la ciudad perforada por los canales de azufre nos recibe con sus chimeneas de humo emergentes del mismísimo centro de la tierra.
Parece que estamos a salvo.
Esa misma tarde, mientras perdidos en Minginui buscábamos el bosque de Whirinaki,Clayton Weatherston era juzgado por el presunto asesintato de su novia de 22 años. Doscientas dieciseis cuchilladas a quemarropa bastaron para acabar con la vida de Sophie Elliott.
Fotos: Con la imaginación basta...
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