El sol ya se habia puesto cuando llegamos Karamea, una pequena aldea al Norte de la Costa Oeste, alli donde termina la carretera y empieza una impenetrable selva. Efectivamente no habia cobertura y encontrar un telefono no resulto sencillo. Para variar llegamos con hambre, mucha hambre, pero aqui cierran todos los supermercados y bares antes de la hora de la cena... Menos mal que llevabamos un monton de fruta con nosotros y tuvimos algo que meternos a la boca. Bien cierto es que llevabamos comiendo unicamente frutas y verduras desde que llegamos a Nueva Zelanda y que no resulto un bocado muy apetecible en ese momento.
Rongo (Paz en Maori) es el nombre del backpackers al que llegamos... un lugar al que merece la pena dedicar unas lineas en este, nuestro humilde blog. Seguro que todos podreis imaginar una comuna hippy, pues este sitio era mo mas parecido a ello. El edificio era una antigua maternidad trasformada en albergue. Estaba pintado de todos los colores del arco iris, con dibujos llamativos, lleno de pinturas sicodelicas y como no reinaba ese espiritu de “tolerancia-intolerancia”. Teinia su huerta (por supuesto), sus gallinas, su sala de cine, un monton de pianos rotos y su radio independiente (en la que podia participar cualquiera con su musica, su programa, concierto o lo que fuera)...
Paul era el hippy corporativista que regentaba aquello. Un australiano, que fue critico de arte en Tokio, que no con poco morro se habia exiliado al lugar mas recondito del mundo para dedicarse a lo que mas le gustaba. Al poco descubrimos que era el propietario de casi todos los negocios de Karamea y que pretendia seguir ampliado su imperio; Rongo solo era parte de un proyecto mas amplio.
Cuando llegamos nos sorprendio el hecho de que hubiera una legion de jovenes franceses trabajando en aquel lugar (a cambio de alojamiento, se llama Woff)... Solo uno era capaz de hablar en ingles y hacer su trabajo. Los demas no se sabe muy bien que hacian alli, eran una especie de parasitos antisociales.
Sin duda hubo un personaje alojado en aquel lugar que nos llamo especialmente la atencion. Antes de hablar con el ya resultaba extrano, pero tras una corta pero reveladora conversacion... ¡daba miedo! Se llamaba Eduard, un Ameriacano de mas de 40 anos que habia dejado su medicacion... si, si, su medicacion. Ni su familia ni sus amigos lo apoyaba en esta decision (como en tantas otras). Era un Maniacodepresivo bastante agresivo, que no dudaba en sacar su cuchillo ante cualquier circunstancia que le resultara extrana. Lo cierto es que le caimos en gracia y se abrio a nosotros... debe ser que sabemos escuchar a la gente...
En fin, pasamos alli un par de noches antes de comenzar el Heaphy Track, uno de los Great Walks de Nueva Zelanda. Conseguimos comernos unos filetes ¡por fin! y visitamos el lago Hanlon, un bonito rincon cerca de Karamea.
Fotos: Rongo, Rongo, Lake Hanlon
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