INTO THE RAIMBOW

Del 25 al 26 de Abril

Amanece, desayunamos y nos ponemos en marcha. (Nota mental: “Hay que cambiar de sacos de dormir para el invierno o un día de estos amanecemos más blancos que cuando a ET le sacan del frigorífico).

Lo que tenemos por delante es todo un privilegio, por lo visto John, el padre de nuestra amiga, tiene acceso a un valle privado y no muy conocido por los locales. Parece ser que el valle pertenece a un Americano que alquila una parcela de su finca para maniobras de las Fuerzas Armadas y que cuando le da el venazo y se cabrea se pone a pegar gritos y no para hasta que todos los soldaditos salen desfilando de sus propiedades. (Me recuerda a cierto familiar mío...).

Primera parada: “ Centro de entrenamiento de las Fuerzas Armadas”

A la expedición se unen el tío de Evee y su hija de ocho años.

Ya en el valle, Evee sale corriendo colina abajo y para cuando llegamos ya está colgada de una cuerda que unos dos pinos roñosos a más de seis metros de altura. La verdad es que se desliza con pericia. Nos hacemos el circuito enterito y mientras ella flota como una pluma de prueba en prueba, Miguelito parece un zancudo de circo y Carlos con la excusa de una congestión nasal no se moja lo más mínimo. (La verdad es que uno se siente más ridículo que la recluta que no conseguía subir el muro de madera en “Oficial y Caballero”).

Al volver a los coches nos encontramos con un grupo de cowboys que se estaban recorriendo la isla sur en una vieja Carreta de finales del siglo IX.

Cruzamos unos cuántos ríos y llegamos a una pradera. Es el momento perfecto para para hablar con John y preguntarle sobre su vida en el ejército. La conversación fue la siguiente:
M: John? What did you do back in the army?

J: I was a doctor.

M: Ohhh! What kind of doctor?

J: Men´s Neurologist.

M: Only men´s? Never heard of it...

J: Jajajajajajajajaj.

(Acto seguido caí en la cuenta de que el tío era Urólogo y le correspondí con una sonora carcajada, pero ahí acabó la conversación).

Poco después el grupo se divide, unos se van a pescar otros a montar en bici y nosotros a caminar entre los arbustos. John se va de caza.

Subimos un par de colinas, cruzamos un pantano y llegamos a un rió lo saltamos pero Carlos pisa mal y se dobla el tobillo, nada serio pero me toca llevarle a la espalda hasta que volvemos al camino. (Familia Thous de Haro: ¡Carlos se encuentra en perfecto estado físico, doy fe de ello!).

Poco después nos encontramos con la caravana de coches. ¡Tracy ha pescado un salmón!

Llegamos a un pequeño refugio en lo alto de una colina, totalmente expuesto. Montamos el tenderete y se pone a llover a mares y el viento ruge con ganas. El invierno pasado una mujer perdió la vida mientras dormía al estamparse su tienda de campaña contra un muro de piedra por culpa de un vendaval.

Esa noche gracias a un mañoso pescador ocho personas se pusieron las botas a salmón.

Amanece en el pequeño refugio, Carlos, Miguel y la familia de Militares. Desayunamos huevos, salchichas, bacon, beans y café tostado.

Nos ponemos nuevamente en marcha, el paisaje es lo más parecido a estar dentro de un anuncio de Marlboro. Nos cruzamos con unos Kaimanawa, son como los Mustang americanos pero en versión kiwi, caballos salvajes en estado puro. Por lo visto tenemos bastante suerte porque van a acabar desapareciendo muy pronto. La doble moral neocelandesa de hiperproteccionismo o exterminio indiscriminado según convenga.

El caso es que paramos a verlos y de pronto John se baja del Pick Up con unas latas viejas en la mano, las coloca en un montículo de arena y con una gran sonrisa en la cara nos pregunta a grito pelao: Do you know how to use a gun?

Cinco minutos más tarde me encuentro tirado sobre una manta de plástico apuntando a una lata de Baked Beans al más muro estilo francotirador. Muy auténtico pero casi me quedo sordo...

Mientras el resto de la familia prueba fortuna, John cuenta como en verano se dedica a ir río abajo en Kayak disparando a las cabras salvajes y lo divertido que es verlas caer como un peso muerto desde lo alto del peñasco hasta la orilla. Todo un poeta este John.

El fin de semana acaba en Hanmer en unas aguas termales naturales a más de 41ºC. Un auténtico gustazo par los sentidos, menos para el del olfato, a no ser que te guste el olor a azufre. Nuevamente hay que tener cuidado con la Meningitis Amoébica así que nada de meter la cabeza en el agua, por mucho que apetezca.

Nos despedimos de la familia, recuperamos nuestro coche y nos ponemos de nuevo en camino.

Fotos: Red Tussock´s,Derrumbamiento de Árboles,Carlos al Viento, Cowboy, Caballos, Big & Fish, Doctor John & Evee.

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