Nos despertamos una fría mañana en un hut calentito a 1200 metros de altitud. El infierno que pusimos en marcha aquella noche en la chimenea funcionó a la perfección. Aún no sabíamos si íbamos a pasar otra noche más en el Jumbo hut... dependería del tiempo. Así pués nos despertamos con calma, desayunamos y disfrutamos de las vistas desde la cumbre nevada de la montaña. Llovía a ratos y el viento azotaba la escasa vegetación que hay en la cima. El espectáculo que ofrecían las nubes era impresionante... corrientes ascendentes, lluvia que subía y bajaba... una locura. A media mañana, después de las 11 llegó una pareja de la República Checa que nos dijo que aunque hacía viento se podía cruzar. Además la predicción meteorológica había cambiado y al día siguiente iba a llover sin parar. No lo pensamos dos veces y decidimos salir sin más dilación.
El camino comenzó con un pronunciado ascenso a la cima del monte Jumbo. Aquel día llegaríamos a ascender a más de 1400 metros de altura. Cuando llegamos arriba la vista te quitaba el haliento... que preciosidad, las cosas se ven diferentes desde arriba...
Anduvimos por el hielo y la nieve... En ocasiones nos hundimos hasta la cintura en la nieve, si bien sabíamos cuál era el camino, marcado de vez en cuando por unos postes azules que buscábamos de vez en cuando entre la espesa niebla. La niebla era densa, eran las mismas nubes que hacían llover abajo cuando atravesabamos el bosque. Se despejaba de tanto en tanto para revelarnos la verdadera belleza de las cumbres que nos rodeban. Caminamos por la cima del mundo, sin bajar en ningún momento... a veces andando por estrechos filos entre cumbre y cumbre.
Marchamos en la nieve... hundiéndonos y agarrándonos, marchamos... El viento nos azotaba con fiereza, con esa fuerza que sólo puedes experimentar en la cima o en medio de un huracán... marchamos... Nuestro equipo, una vez más demostró ser el adecuado, si bien las botas estaban mojadas todavía del día anterior... Marchamos.
Cuando por fin llegamos al Powell hut todavía había luz, pero se puso a llover a los 10 minutos de llegar. Tuvimos mucha suerte de que no nos nevara en lo alto de la montaña, habría complicado un poco las cosas.
Hicimos un buen fuego, nos cambiamos de ropa y preparamos la habitual sopa de bienvenida. Tuvimos cuidado con no dejar la comida al alcance de posibles roedores y pasamos la tarde y la noche leyendo y admirando las espectaculares vistas, que te quitan el hipo incluso de noche... Sobre todo con la luna tan maravillosa y redonda que nos ha venido acompañando durante ésta travesía. Volvimos a cumplir con nuestros ejercicios, abdominales, flexiones y esas cosas... cuando estuvimos en Wellington nos llegamos a asustar cuando nos pesamos, nos estamos poniendo fuertes y se nota en la báscula: los dos pesamos entorno a 5 y 7 kilos más que antes de salir de España. Vamos a volver hechos unos hooligans ceporros... eso si, más embrutecidos que nunca gracias a haber pasado más tiempo entre plantas, piedras y animales.
¡Córtame más de madera!
Esa noche dormimos encima de las mesas del hut... cosas de la montaña. Apenas pegamos ojo, el viento azotaba con tanta fuerza el refugio que el ruido era ensordecedor...
El día siguiente, el día 12 de Junio, nos lo tomamos como un paseo tranquilo hasta llegar abajo y descargar en el coche. Nos hizo un día perfecto, caluroso incluso. El descenso fue increíble... no hay palabras.
Arrancamos el coche seguimos nuestro camino al Norte. Próxima parada: Napier.
Se trata de un pueblo grande o de una ciudad pequeña, bella de narices. Nos llovió durante todo el camino... y cuando llegamos siguió lloviendo. Buscamos alojamiento lo primero, después pusimos la lavadora y fuimos a la compra... el ritual de siempre.
Hoy nos hemos despertado en uno de los pueblos más bonitos en los que hemos estado aquí. Napier Sufrió un tremendo terremoto a principios de los años 30 y en plena crisis económica tuvieron que reconstruirlo entero. Como entonces lo han conservado y parece sacado de una foto antigua. Toda la ciudad es de estilo Art Deco... ¡incluso te encuentras gente vestida de los años 30! Los edificios, las tiendas... es inverosímil, muy bonito. La playa es preciosa, con un paseo estupendo y un skate park... ¡vaya skate park!
Para variar hoy hemos visitado todas las tiendas de música (de instrumentos) del lugar, hemos paseado por sus calles y nos hemos subido a ver las vistas desde el mirados de Bluff Hill... Muy bonito, si señor. Nos hemos tomado un café en la calle peatonal mientras un viejo guitarrista (muy bueno) armado con su Strato y su VOX nos deleitaba con sus canciones.
Mañana será un nuevo día... ¿donde iremos?
Ya os lo contaremos, pero seguro que pasa por la montaña...
Fotos: Todas son de Napier
Me acuerdo cuando llegaron al backpacker blancos y temblando por que los avian rscatado del mt egmont en taranaki...avia que verles las caras conservo la foto con uds...soy el uruguayo que encontraron en lemon st ...en la noche compartimos unas cervessas con los canadienses.
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