La tentación en Queenstown tiene el sabor del chocolate. El chocolate en todas sus formas posibles. Vendido al peso y acompañado de un buen café.
En el centro del pueblo está Patagonia, una chocolatería estupenda. No podemos evitar entrar y tomar algo siempre que pasamos por delante. Es sencillamente irresistible. Allí trabaja Lucía, una amigable argentina que hace nuestros deseos realidad. Tiene un trabajo envidiable, repartir felicidad entre montañas de chocolate. No me extraña que nos reciba siempre con una amplia sonrisa.
Como ya hemos dicho en alguna ocasión, Nueva Zelanda no es tan grande. Mejor dicho, aquí no hay tanta gente, y no es tan raro volverte a encontrar con gente que hayas conocido. Una noche que salimos a dar una vuelta por el centro nos encontramos con Jessie, una tejana que conocimos en Takaka hace unos tres meses. Desde entonces nos hemos visto en la nieve, en la ciudad, allí donde hemos ido, la verdad.
El Sol sigue pegando fuerte, demasiado. No da la impresión de que estemos en pleno invierno, sino todo lo contrario. Hay días que el calor se hace sofocante en la montaña. Entre tanto la nieve se derrite a un ritmo escandaloso. Si no nieva pronto, vamos a poder esquiar más bien poco. La temporada empezó pronto y la nieve ha sido muy buena y abundante hasta el momento, por eso nos estamos librando de una catástrofe, pero tiene que nevar pronto.
Hay días que la niebla se levanta y lo cubre todo por debajo de la cota de nieve. Tan densa es que no puedes verte ni los pies. Esos días son los que más calor hacer. No se puede ver el sol pero el calor es asfixiante. Cuando subes por encima de la niebla el paisaje es espectacular. Anteti se abre un mar de nubes, llano como un plato. Solo sobresalen los picos nevados de los Alpes. Islas blancas salpicando el horizonte.
Esquiar en estas circunstancias es toda una experiencia. Cuando estás en la cumbre el sol brilla con una fuerza inusitada. Cuando miras arriba, al cielo, puedes apreciar la profundidad del espacio... la oscuridad de color azul. La visibilidad es infinita hasta que, de repente, entras en el mar de nubes y dejas de verte las manos. Paras y en vano buscas puntos de referencia. No ves la nieve que tienes bajo los esquís, así que solo te queda guiarte por el recuerdo que tienes de las pistas y por el sonido de la gente y los telesillas.
No solo hemos esquiado estos días, aunque sin duda ha sido la principal actividad. El fin de semana salimos por ahí con nuestros compañeros de piso. Las chicas se fueron pronto a casa porque se cogieron una muy gorda al principio de la noche. Los chicos aguantaron hasta el final de la noche, pero se agarraron tal melopea que llegó un momento que no se les entendía ni una palabra. Además uno de ellos se puso farruco con una camarera y nos acabaron echando de un garito... En fin, éstos ingleses no tienen punto medio... Son tan "polite", que cuando salen de fiesta se desmadran demasiado.
El lunes decidimos hacer una excursión a Wanaka, que está casi a un par de horas en coche de Queenstown. Como ya contamos én aquella primera ocasión que estuvimos, es un pueblo precioso. Más pequeño y ruidoso que Queenstown, pero igual de caro y turístico. Tomamos un café en el "Cinema Paradiso", aquel pequeño cine con tanto encanto.
No contentos con la excursión, acabamos en un interminable camino de tierra en dirección al Mt. Aspiring. El camino discurre por los valles, siguiendo los ríos, entrando en la Nueva Zelanda profunda, dejando lejos la civilización... Hasta que un río demasiado profundo como para cruzarlo nos detuvo y decidimos parar a comernos unos bocatas en la orilla.
Carlos y Chiqui han reaparecido en escena. Después de haber pasado unos días en Dunedin y la Península de Otago, han vuelto para alquilarse una casa en Arrowtown, un pueblo vecino. Fue genial subir con ellos a la nieve, pero lamentablemente nos hemos puesto enfermos y no hemos podido coincidir todo lo que hubiéramos querido.
Si, después de todo lo que hemos pasado, hemos enfermado cuando más tranquilos y asentados estábamos... Es una señal, hay que volver a subir al monte y caminar sin descanso. Es lo que mejor nos ha funcionado para prevenir la enfermedad.
Fotos: Excursión a Wanaka 1-10, Desde Casa, Cinema Paradiso, Tabla en la niebla, Telesilla en la niebla, Carlos rodeado.
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