La Hora del Pingüino

Del 30 de Septiembre al 2 de Octubre

La mañana lleva colgada la etiqueta de tormenta y nosotros vamos costeando por carreteras secundarias. Misión del día: Encontrar la colonia de pingüinos amarillos.

Hacemos una paradita en Shag Point y visitamos la colonia de Cormoranes para ir abriendo boca.

Llegamos a Moeraki un pueblecito costero conocido por unas extrañas formaciones rocosas esféricas que yacen en la playa de Koekohe o “lugar donde dormir durante el día” en Maorí (en español sería la “playa de la siesta” o Gandía, Benidorm, Cullera...). Los Boulders de Moeraki tiene un diámetro aproximado de 2,2m, están compuestos de calcita, barro y arcilla y tienen más de 5 millones de años. En unos Boulders similares situados en Shag Point se han encontrado restos de huesos fosilizados de Plesiosaurio.

Mientras nosotros disfrutamos del paisaje marciano una figura se aproxima apresuradamente. Nos mira con cara de preocupación y nos pide amablemente que nos retiremos de la playa lo antes posible, hay aviso de Tsunami. Parece ser que un terremoto de 8.0 y olas de más de 6m ha azotado la Samoa Americana causando un desastre natural, los muertos ya superan el centenar. Desgraciadamente oiremos hablar mucho de este suceso.

Salimos de la playa y esperamos a la ola gigante desde un sitio un poco más seguro.

Nunca llegó...

De vuelta en el coche nos dirigimos por una carretera de arena a Katiki Point. Bajo un viejo faro de madera blanca y desconchada se encuentra la reserva de pingüinos amarillos que tanto hemos ansiado encontrar. El faro lleva deshabitado desde que el último farero se retiró allá por los setenta. Ahora funciona con electricidad a la espera de un nuevo huésped.

Junto a un cortado, camuflado entre la maleza se esconde un pequeño refugio de observación, en su interior un bloc de notas y dos prismáticos encadenados a la pared. El frío azota y el sol se esconde tras las montañas, un pingüino tempranero se abre paso entre el Kelp y con las patas juntas da un salto y comienza su peregrinaje entre las rocas hacia la arena de la playa.

El Hohio (“el que grita por la nariz”) o pingüino amarillo es considerado el más raro de su especie, miden 55cm y llegan a pesar hasta 8 kilos. Consiguen sumergirse a más de 130m de profundidad hasta 200 veces al día en busca de peces a más de 10km de la costa. Son monógamos y cuando anidan los puedes encontrar a más de 1km de la playa, ¡1km de la playa! ¿Te imaginas dando un paseo por el monte y de repente toparte con un pingüino que te llega por la cintura? ¡Es de locos!

Tras dos horas de espera matando el frío a base de flexiones vemos llegar a la primera balsa de pingüinos. Salen del agua, se limpian las plumas siguiendo un pormenorizado ritual de acicalamiento y cuando por fin todos están listos, ponen rumbo a los nidos todos juntos. Con la suerte que nos caracteriza últimamente pudimos observar como llegaban a los nidos a poco más de dos metros de distancia. El ruido que hacen rarísimo, suena a mini-dimosaurio.

En una de esas aproximaciones a los nidos me di cuenta de que merecía la pena intentar grabar un video de la llegada a los nidos así que fui corriendo al coche a por la cámara y para mi sorpresa, cuando hacía el camino de vuelta, vi como una figurilla torpona se dirige a mi encuentro sin percatarse de mi presencia. ¡Me llega a ver y al pobre lo mato de un susto! Me tiré al suelo, se dio media vuelta y volvió a su escondite. Por lo visto son muy, muy tímidos.

Pasamos el resto de la tarde disfrutando de estos curiosos y únicos animalillos sin nadie a nuestro alrededor, parece mentira.

Con la noche comiéndonos terreno a nuestras espaldas pusimos rumbo a Oamaru, ciudad famosa por sus canteras de piedra caliza, por lo visto únicas en el mundo.

Pasamos la noche en un hotel de mediados del siglo XVIII al más puro estilo Polanski, con Polanski me refiero a que el sitio era de un siniestro que te reprimía el aliento. En la entrada, bajo una señal de Caution!, tenían un pez mejicano llamado Axel, carnívoro con patas, cejas y expresión en la cara. Menudos tres días de siniestrada que llevamos... Por cierto, hablar del siglo XVIII aquí es como hablar de la edad media en Europa, pocas construcciones más antiguas vas a encontrar en éstas tierras del Pacífico.

Fotos: Moeraki Boulders 1-10, Los 4 Fantásticos, Observando Pingüinos, Pingüinos en la Niebla, ¡Corre, corre!, Pillado Infraganti Llegando a Casa.

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