¡Buenos días Oamaru! Todavía nos sigue sorprendiendo abrir un ojo por la mañana y darte cuenta de dónde estás. Apenas hemos pasado cuatro días en el mismo lugar desde que llegamos a éstas islas. Salvo en Queenstown, por supuesto, que ha sido lo más parecido a tener una casa. Despertarte por la mañana sabiendo que vas a ver cosas completamente nuevas, novedad tras novedad. Disfrutando de cada día, de cada hora, de cada minuto.
Oamaru fue uno de los puertos más importantes de Nueva Zelanda, desde aquí se esportaba piedra caliza a todo el mundo, además de lana y carne congelada para inglaterra. llegó a ser la tercera ciudad más importante de la isla sur y la octava de Nueva Zelanda. Todo esto ocurrió a finales del XIX. Actualmente no se siguen explotando las canteras y el puerto ya no funciona para las exportaciones. Oamaru se ha conservado en formol desde entonces, dando una imagen grandiosa con sus monumentales edificios blancos y al mismo tiempo decadente por la ausencia de vida en las calles.
Hoy nos hemos despertado con ganas de salir a dar una vuelta y así hemos hecho. Salimos del hermoso y atípico pueblo de Oamaru hacia el interior, siguiendo el Rio Waitaki. Se trata de una ruta escénica muy bonita que te lleva hasta Omarama y de allí a Twizel.
En el camino nos detuvimos a ver unas pinturas maories hechas, cómo no, sobre piedra caliza (ésta zona es conocida por sus canteras de caliza). Estaban muy deterioradas por el paso del tiempo, pero aún así se apreciaban las figura y los diseños ornamentales. Además los neozelandeses no protegieron las pinturas hasta que unos gamberros se dedicaron a escribir sus nombres y hacer hogueras en la roca, así que muchas de ellas han desaparecido. Afortunadamente a principios del siglo pasado tomaron unas fotografías de las pinturas antes de que las destrozaran.
El camino es precioso, con los Alpes de fondo. El rio tiene tres presas, la más grande es Benmore Dam que genera energía eléctrica para más de 220.000 casas. Para ser más exactos es la presa más grande de Nueva Zelanda y da lugar al lago artificial más grande del país, el lago Benmore. Su construcción duró desde 1958 hasta 1964 y produjo su primer chispazo eléctrico en 1965. A raiz de la finalización de la obra la zona experimentó un periodo de depresión, decreciendo su población por la falta de trabajo. Un dato curioso es que todas las presas tienen "escaleras para peces" para generar el mínimo impacto posible en el ecosistema del río.
Es una zona muy poco visitada por los turístas foráneos aunque muy popular entre los locales. Con lo cual mantiene el encanto que suelen arrebatar las manadas de personas armados con dólares, cámaras, guías y folletos. Así pues cogimos la carretera que da la vuelta al lago Aviemore. Nos sorprendió lo bonita que es esa zona y más todavía encontrarnos un wallaby muerto en el arcén de la carretera.
Por la tarde teníamos pensado ir a las playas de alrededor de Oamaru para volver a ver salir del agua a nuestros amigos alados, así que emprendimos nuestro camino de vuelta a la costa.
Primero fuimos a ver cómo volvían a sus nidos los "yellow eyed penguins" y cuando ya empezaba a anochecer fuimos a ver los "little blue penguins".
Oamaru es famoso por tener una enorme colonia de estos minúsculos pinguinos. Efectivamente es el pingüino más pequeño del mundo, apenas llegan a medir 40cm y pesar un kilo. Suelen vivir unos siete años pero... ¡hay individuos que han llegado a los veinte! Viven en Nueva Zelanda, las Chatham, Tasmania, y el sur de Australia y se piensa que puede que haya alguna colonia en el sur de Chile, pero se sospecha que pueda deberse a la presencia de pingüinos errantes. Estos pequeñuelos pueden recorrer unos 50km todos los días para alimentarse y más tarde volver a sus nidos. Y si, son azules (y blancos).
Son monógamos y suelen mantener la misma pareja durante muchos años, aunque curiosamente se da el mismo índice de divorcio que entre los humanos.
Un grupo de pingüinos se llama una balsa. Aunque cazan en solitario se juntan a unos 500m de la costa para volver todos juntos a casita. Así que sin hacer ni un ruido, ni mover las pestañas esperamos agazapados a que apareciera la primera balsa en el mar, de unos 10 individuos. Salieron cautos, con la cabeza agachada, apretados, sintiendo la seguridad que ofrece el grupo. Cuando uno avanzaba, avanzaban todos. Y si uno se quedaba rezagado emprendía la carrera a una velocidad inesperada. Son tan torpes como sus primos de mayor tamaño y se tropiezan cada dos por tres. Además son unos temerarios y suelen elegir siempre el camino más dificil.
Estuvimos hasta bien entrada la noche y conseguimos ver unos 150 pinguinos azules... ¡no está nada mal!
Cuando nos fuimos al aparcamiento, el coche estaba rodeado de pequeñas bolitas azules huyendo como locos monte arriba. Hay que tener cuidado en Oamaru, dicen que cuando vayas a coger el coche mires debajo, porque les encanta esconderse debajo.
El Viernes nos levantamos prontito para darnos una buena vuelta pr las calles de Oamaru antes de emprender nuestro camino de vuelta a Christchurch. Vimos el fosil de un shark-toothed dolphin de 25 millones de años antes de salir hacia Timaru, nuestra primera parada. En Timaru hicimos una breve parada para echar un vistazo en las tiendas de instrumentos musicales y hablar con los viejos rockeros del lugar, una actividad que se está convirtiendo en costumbre.
Cuando pasamos por el cruce hacia Mt. Hutt no pudimos evitar desviarnos para subir hasta arriba y hechar un vistazo a las pistas de esquí. Es un ascenso interminable desde la base de la montaña que está prácticamente a nivel del mar hasta unos 2200 metros de altitud.
80km más tarde llegamos a Christchurch, desde donde escribimos ahora.
Fotos: Lake Benmore 1-3, Takiroa Rock Art 1-3, Oamaru 1-8, Mt. Hutt 1-3, Focas en las Rocas, Little Blue Penguin.

Oslo estais passando pipa. besos
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