No ha parado de llover en toda la noche y el rondador nocturno, un provocativo armiño, cesó en sus ansias de pulir el barniz del hut a eso de las 05:00am. Amanece pero por la ventana del techo no entra luz, que raro...
Me levanto para mirar por la ventana y la imagen es sobrecogedora, ¡Carlos despierta!
(Dos ojos inyectados en sangre escondidos en la oscuridad de un saco de dormir miran al infinito como el que mira en un espacio en blanco).
¡Carlos despierta, está todo nevado!
Mientras desayunamos admirando las vistas del valle una risa irracional nos invade al pensar en el pobre armiño, seguro que se ha quedado tieso, congelado en formato “polo de pelo”...
Esperamos a que el sol derrita un poco el hielo y a eso de las 09:00am nos ponemos en camino. Es un poco tarde, pero más vale asegurar cada paso y evitar caídas y resbalones innecesarios. Hora estimada de llegada al próximo hut 16:00pm.
El comienzo del camino está completamente anegado por el agua, es como caminar por un río que te cubre por encima de los tobillos, el frío en los pies nos pone a tono en un momento y pronto aligeramos el paso.
Pasamos cerca de una catarata de 32 metros de altura, cruzamos un par de ríos bastante subiditos de tono y saltando de piedra en piedra nos viene a la mente la historia de la turista que el año pasado perdió la vida al ser arrastrada por la corriente. Aquí, en Taranaki, tras una noche de lluvia, un arroyo puede convertirse en un caudal de agua literalmente impasable. Lo peor que te puede pasar (sin contar con la opción de la “turi”) es que tras siete horas por el bosque te encuentres con un río que te impida llegar a tu destino y tengas que retroceder sobre tus propios pasos y deshacer el camino andado. Esperemos que no sea el caso.
El agua da paso al barro y nos acordamos de nuestra experiencia en Stewart Island. Mirar en el barro se ha convertido para nosotros como para los esquimales hablar de la nieve. Puedes diferenciar entre si el paso que vas a dar te va a cubrir de fango hasta las rodillas y por lo tanto has de evitarlo, o por el contrario va a ser duro como el asfalto y por lo tanto puedes pisar sin miedo.
Al cruzar un nuevo río nos encontramos con un DOC acompañado de tres perros de caza y un rifle con silenciador. Está cazando cabras salvajes. Las cabras salvajes son consideradas una peste, están acabando con los bosques de Nueva Zelanda, se comen todos los brotes y no dejan títere con cabeza. Ya lleva abatidas dos ésta mañana.
Continuamos nuestro camino y volvemos a adentrarnos en el bosque. Las vistas del Taranaki son sin duda alguna una de esas imágenes que se te quedan impresas a fuego en la retina de por vida.
La tarde cae y nos encontramos ya en la Cara Este del volcán. Uno de los síntomas que te indican que llevas caminando demasiado es la falta de circulación en las manos, pero la solución es fácil y rápida; Extiendes los brazos hacia el infinito y con las palmas de las manos apuntas al cielo. La imagen es curiosa, parecemos dos fervientes religiosos en pantalones cortos rezando a nuestro dios en lo más alto rodeados por un bosque de helechos gigantes.
A eso de las 15:25pm llegamos al Waiaua Gorge Hut, hemos llegado más de una hora antes de lo previsto, para variar. Preparamos el fuego y disfrutamos de una sopita de sobre mientras admiramos la inmensa mole nevada. Hoy es luna llena, las vistas nocturnas del volcán prometen.
El día siguiente lo pasamos descansando el cuerpo. Desde que llegamos a Wellington hace una semana hemos estado siempre a la carrera así que es conveniente relajar los músculos antes afrontar los días que nos esperan en la Cara Sur.
Eso sí, no hay excusa que valga para dejar de hacer nuestras flexiones y abdominales, ya sean tras seis horas de caminata o en tu día de descanso.
¡No hay excusa!
Fotos: Vista del Holly Hut 1-4, Cortado 1-2, Miguel 1-3, Cielo, Rio Seco, Miguel 4.
No hay comentarios:
Publicar un comentario