Reptiles al sol y un poco de Jazz

Del 23 al 27 de Octubre

Los planes están para cambiarlos. Parece que no queda más remedio que despedirse de la montaña y dejar que las heridas se recuperen y el cuerpo descanse, al menos durante un par de semanas...

Nos tomamos un día de descanso en Te Anau. Pasamos la mañana paseando por el lago, visitando a los Takahes, Kakas, Kias y demás pájaros autóctonos y dedicamos la tarde a leer y descansar. Todo un día de auténtico relax, para variar...

Tirados al sol cual lagartos vemos como Chiki corre en nuestra dirección desde el otro lado de la calle, “¡Chicos tenéis que ver esto!”; levantamos la cabeza de nuestros libros con una pasividad reptiliana para ver como en lontananza el cielo se parte y aparece un hongo nuclear. La lengua se nos cae al suelo como la alfombra roja de los Oscar mientras seguimos la nube gris con nuestros ojos de camaleón. ¡¿Qué está pasando?!

Salimos corriendo hacia el punto más alto del pueblo, el skatepark. Desde allí comprobamos atónitos que la nube aumenta exponencialmente y poco a poco se va acercando en nuestra dirección. Por lo visto alguien ha provocado intencionalmente un incendio a las afueras del pueblo y parece que se le ha ido un poquito de las manos. Esperamos media hora pero como la cosa no tiene pinta de que vaya a más nos volvemos al hostal con las ganas de un poquito de acción ahogadas en un vaso de agua.


Al día siguiente ponemos rumbo a Queenstown bajo un sol abrasador. Cuando llegamos nuestra sorpresa no puede ser más grande, ¡Acaba de comenzar el Festival de Jazz de Queenstown! Las calles se inundan de acordes y la gente disfruta de la música al aire libre y en menos de dos minutos ya estamos disfrutando de la juerga (algunos a la pata coja...). La mayoría de los conciertos son gratuitos, en la calle o en bares y sin parar desde las dos de la tarde hasta las dos de la mañana. Nos vimos unos diez conciertos y acabamos en una jam de Samba- Funk bailando como locos. Al día siguiente la rodilla le pasó a Miguel una factura más larga que la lista de la compra, pero mereció la pena...

Después de desayunar ponemos rumbo por enésima vez a Wanaka, hay antojo de Cookies y peli. Merece la pena pegarse el viaje de hora y media solo para disfrutar de la mejores galletas recién hechas de toda la Isla Sur en uno de los cines más peculiares que jamás he pisado.

Ya de vuelta en casa de Laura y Tracy compartimos risas y anécdotas alrededor de una chimenea, unas tazas de té y dos rodillas inflamadas, coincidencias de la vida ya que Bäz, uno de los compañeros de piso se ha fastidiado la rodilla en una carrera. Aprovechando la coyuntura me voy con él a la ACC (Accident Compensation Cover) y hago que un fisioterapeuta me examine la rodilla y me de un masajito por la cara y a costa de los impuestos kiwis, hay que echarle un poquito de morro cuando la salud está en juego...

La buena noticia es que no me he fastidiado los meniscos y que solo me he rasgado un tendón que sale de la rotula. Las rodillas de los Santolaya tienen fama de ser duras como cabezas de Elefante, así que nada de monte y un poquito de descanso durante una semanita.

Habrá que ocupar los días con alguna actividad interesante...

Fotos:Miguel y Julieta, Primavera en los Fiordos 1-2, Con los recién llegados 1-2, Hongo Nuclear 1-2, Lago Te Anau 1-2.

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